Yo sé que este es un clásico en todas las edades, desde que nos empezamos a fijar en los niños y no sabemos si golpearlos o hablarles tiernamente para llamar su atención. Ahora estoy en esa etapa en la que vengo saliendo de un pololeo eterno y creo haber perdido toda noción de cómo acercarme al niño que me gusta... Terrible.
Por un lado, es amigo de mis amigos, lo he visto un par de veces y nos hemos reído mucho, conversamos super relajadamente y creo que tenemos varias cosas en común. Sin embargo, es un coqueto soltero libre como un pajarillo, lo que me juega en contra si la idea es que me pesque y le guste y lo pasemos bien juntos y revueltos.
La ansiedad de no saber qué hacer y de no saber si le intereso o no me ha hecho pedir ayuda a mis amigos con más experiencia en el arte del joteo. Hace tanto que no lo hago –por estar pololeando y, en verdad, porque no sentía la necesidad de hacerlo- que ya olvidé aquellas técnicas milenarias que todos parecen conocer al revés y al derecho, menos yo.
Me dijeron que probara inventando ocasiones donde coincidiéramos. Lo hice y lo pasamos super bien pero sólo logré darme cuenta que llevamos casi el mismo tiempo solteros y que tiene muchas amigas já. También sentí que me miraba y cuando conversamos por chat, nos tiramos palos pero no ha pasado más que eso y no sé qué hacer.
Al final, sé que necesito confiar un poco más en mí misma y dejar de tenerle miedo al rechazo. O sea, en mi cabeza lo que debería pasar es que yo le pregunte si le gusto y esperar su respuesta para saber si sigo pensando en él o me doy media vuelta y avanzo. El problema es que a veces la timidez y la inseguridad se la ganan a la cabeza y el corazón se pone todo blanducho. Me siento como en el Blog de la Feña pero en verdad no sé qué hacer. Las malditas mariposas se me están escapando del estómago.