En febrero de este año el Ministerio de Educación impulsó la reforma que busca cambiar las mallas curriculares de los liceos técnicos del país, la cual ya ha sido aprobada casi en su totalidad por el Consejo Nacional de Educación. De estos cambios poco se sabía, hasta que el pasado martes se hizo pública justo antes de la marcha por la educación.
Los estudiantes reaccionaron críticos, argumentando que la reforma sólo busca adaptarse a las necesidades del mercado y no a mejorar la calidad de la educación que reciben los estudiantes. Además, señalaron que limitará las mallas con el fin de que los alumnos estén obligados a ingresar a algún instituto técnico que complete su formación. Sin embargo, según el MINEDUC, la medida busca que los estudiantes de los quintiles con menos recursos de la población encuentren empleo en el rubro que se especializaron.
La reforma, de ser completamente aprobada, sería una realidad en el 2015 y afectaría alrededor de un 40% de las matrículas para ese entonces.
Gonzalo Rojas, estudiante secundario miembro de la ACES, postula que lo único positivo de la reforma es que se cerrarán especialidades que no contaban con campo laboral pero que muchas de las mallas se verán reducidas, lo que afectará directamente la calidad de la educación entregada.
Llama la atención que una vez más se impulsen reformas sin tomar en cuenta la opinión de los afectados, quienes desde hace ya tres años –junto con los estudiantes universitarios- piden a gritos en las calles, en cada manifestación y protesta, ser escuchados.
Este tipo de proceder dan la razón a quienes no sólo exigen gratuidad en la educación, sino también generar cambios satisfactorios para que este sistema no perdure ya que está basado en un injusto ingreso a las universidades, que mantiene la marcada desigualdad social que sufre el país.
Sin duda que la bullada reforma afectará el curso de las movilizaciones de los estudiantes que, sin más ni menos, ya comenzaron a tomarse sus establecimientos.