El próximo 11 de septiembre se cumplen 40 años del Golpe de Estado que dividió (y divide) a muchos chilenos y chilenas. Pero, ¿por qué, si ya pasó tanto tiempo y todavía ni siquiera nacíamos para esa época? Sin duda son varias las razones para no olvidar, y para tomar en cuenta todo lo que pasó en nuestro pasado reciente.
Para las generaciones más jóvenes, a veces resulta confuso tratar de entender algo que parece tan lejano. Pero muchos de los vicios de nuestra sociedad vienen de la obra de la dictadura militar, y esas son parte importante de las causas que originan las movilizaciones estudiantiles y las protestas en regiones (Magallanes, Aysén, Freirina, Tocopilla, Calama, entre otros), de los últimos años.
En los 17 años del Gobierno de Pinochet se asentaron las bases de prácticamente toda la construcción de nuestra sociedad. Casi todas las demandas del mundo popular, estudiantil, regional, obrero, campesino, tienen su origen en la dictadura.
Se comenzó a privatizar el cobre y todos nuestros recursos naturales, se privatizó la salud con las isapres y las clínicas, se creó el sistema de AFP que paga pensiones miserables a la mayoría de los chilenos, se municipalizó la educación escolar (una de las principales críticas del movimiento estudiantil desde 2006 hasta la actualidad) y se comenzó a establecer el lucro como una de las prácticas habituales en colegios y universidades.
Esto sin mencionar los más de 3 mil muertos y desaparecidos que hubo en esos 17 años, y los miles de sobrevivientes que fueron torturados por personas que trabajan para organismos dependientes del Estado, como las Fuerzas Armadas, Carabineros, la DINA y la CNI.
Son muchas las familias que aún no pueden encontrar los cuerpos de sus seres queridos, y los que han sido condenados culpables, gozan de beneficios, en cárceles especiales, que ningún otro preso tiene en Chile.
Por otra parte, uno de los temas que está en discusión en el último tiempo es la necesidad de tener una nueva Constitución que satisfaga las necesidades de la mayoría de los chilenos.
Recordemos que actualmente tenemos la Constitución de 1980, que fue diseñada por un selecto grupo de personas, encabezadas por Jaime Guzmán (fundador de la UDI), obviamente adherentes a Pinochet, y que fue aprobada en un plebiscito que fue un fraude. No existían registros electorales, se podía votar más de una vez y no había ningún control sobre quienes votaban.
Uno de los vicios más conocidos de la actual Constitución es el sistema binominal, que permite que dos coaliciones (Concertación y Alianza) se repartan el poder, y lleven administrando el Estado desde 1973 hasta la actualidad.
Por lo mismo, existe la necesidad de cambiar esta Constitución por una que represente los intereses de la mayoría de los chilenos y chilenas, que sea abiertamente discutida, debatida y aprobada en un plebiscito transparente.
La verdad es que todas esas políticas hechas en la dictadura están más presentes que nunca. La desigualdad económica de los chilenos aumentó en los últimos 23 años, los sueldos de la mayoría son miserables (sueldo mínimo de apenas 210 mil pesos), con un alto porcentaje de las familias chilenas endeudadas, con niveles de estrés y depresión que alcanzan los estándares más altos de Latinoamérica, con una salud y un educación que son una burla para la inmensa mayoría y con viviendas indignas para las familias más pobres.
Así podríamos seguir relatando muchos ejemplos más, pero la realidad indica que, a pesar de las cifras económicas de crecimiento, el desarrollo y el bienestar alcanza para unos pocos. Con todo lo descrito, no me cabe más que decir que el Golpe de Estado y sus consecuencias son más actuales que nunca. Es por esto que el 11 de septiembre es una fecha que no podemos olvidar.