Sin embargo, no me pregunten el porqué, terminamos marchando hasta la UMCE o más conocida como “Pedagógico”. Y bueno, como algunos sabrán, esta casa de estudios no sólo es conocida por la calidad docente de sus egresados, sino porque una vez al mes aparece en noticieros por los enfrentamientos entre encapuchados y carabineros al interior del recinto
Aquel día ocurrió lo mismo y tuve la mala fortuna de estar a sólo unos metros del espectáculo…
Ese día comenzó una verdadera guerra entre manifestantes y policías. Los muchachos con capucha iniciaron el enfrentamiento con barricadas y atacaban con piedras y bombas molotov. Por su parte, los carabineros devolvían la acción a través del chorro del “guanaco” y potentes bombas lacrimógenas.
Y pucha, trátenme de hippie, pacifista, lana o lo que sea, pero nunca me ha gustado que las marchas acaben en destrozos y llamen la atención por su violencia. Por esta razón me acerqué a algunos muchachos para decirles que tuvieran cuidado y que por medio de destrozos no se conseguiría nada.
No obstante, mi gran discurso no acabó en nada. Aunque no lo crean, un carro lanza aguas ingresó al interior de la universidad y empapó a centenares de gente. Asimismo, la abertura fue aprovechada por funcionaros de Fuerzas Especiales para entrar a las dependencias del reducto y tomar detenido a quien sea… Como sospecharán, yo fui uno de ellos.
Fui trasladado en un bus de Carabineros hasta una 18° Comisaría de Ñuñoa. Pero aunque no lo crean, la experiencia no fue traumante.
Nos trasladaron a un salón donde los funcionarios realizan el cambio de turno y fuimos vigilados por algunos cabos. También me llamó la atención que no nos requisaron los celulares y sólo nos preguntaron qué hacíamos en la universidad (al parecer se dieron cuenta que llevaron más escolares que universitarios).
Tuve la fortuna de poder llamar a mi madre y contarle la situación –recalcándole que no se preocupara pues me encontraba “bien”-. Posteriormente, pude conversar con algunos uniformados y disfrutar de algunos videos que tenían en sus celulares como el “Mix Fuerzas Especiales” (que no le encontré ninguna gracia).
Después de 6 horas detenidos, nos hicieron firmar un documento y nos liberaron. Afuera de la comisaría se encontraba mi familia, un grupo de compañeros y un par de profesores un poco nerviosos. Sin embargo, al relatarle la desopilante experiencia se tranquilizaron y nos invitaron a comer.
Por su parte, mi abuelo, quien llegó cuando me soltaron, me miró fijamente a los ojos, me pegó un “paipe” y me dijo: “¡pero cómo! Y bueno, hasta el día de hoy no sé cómo y por qué tuve tan mala pata…
Imagen CC Emilio Castro.