Fui a mi primera marcha estudiantil el año 2007, cuando era una tierna adolescente de 17 años que acababa de ingresar a una carrera humanista en la nunca apolítica Universidad de Chile. En efecto, esta casa de estudios se caracteriza por tener una fuerte tendencia hacia las actividades públicas o, como algunos las llaman, "delictivas". Yo era (y sigo siendo) de la opinión que asegura que el ejercicio al aire libre siempre hace bien al espíritu, así que me coordiné con un grupo de compañeras para ir a gritar la consigna de la facultad, por una educación gratuita, laica y de calidad.
También cabe mencionar que yo venía de regiones así que, cual Carmela en la Pérgola de las Flores, me maravillé de la compleja organización de estas manifestaciones y, ahora que recuerdo este momento, puedo compartir con ustedes los siguientes:
1. ¿Nos vemos dónde?
Todos han intentado quedar con alguien en una estación del metro en la hora punta. Ahora, agréguenle el dulce aroma a lacrimógena y las manadas de estudiantes alrededor. Caos total, mil llamadas perdidas en el celular. Recomendación: siempre tener un punto B de encuentro.
2. ¿El que no salta es qué?
Los cánticos son cosa sagrada en estas instancias. Si se entra en pánico y olvida la letra, mejor balbucear alguna cosa que no te guste y rime, como "brócoli" o "biblioteca".
3. ¡Mira! Está marchando el [inserte nombre de profesor que amarás de aquí hasta el fin de los tiempos]
La juventud nunca está sola en la manifestación y eso se entiende cuando uno se topa con adultos que recuerdan la suya. Simplemente hermoso.
4. Los perros también se educan
También noté que se puede hacer un blog de mascotas callejeras, o bien un Facebook o Tumblr para los que tienen espíritu de community manager. Infaltables los quilterrier que acompañan con sus fieles ladridos. Me pregunto por qué reclamarán ellos.
5. ¿Somos cinco o cincuenta mil personas?
La tele dirá un número, los dirigentes otro y la radio que nunca pasó. Los medios de comunicación jamás parecen ponerse de acuerdo en este asunto, pero uno sabe que lo importante es estar y que se escuche la voz.
6. La gente que tira papel picado
Por un lado, emociona ver las ventanas abiertas y a la gente que mira desde sus balcones -ya sea con apoyo o reproche en su rostro-, pero por otro siempre pensé que era un gasto innecesario de materia prima. Además, ¿quién barre después la cosa?
7. La policía
Cuando los asuntos se desarrollan con calma y la policía no se mueve, siempre me parecieron como tótems o moais; quietos vigilantes que de un momento a otro podían frenar una erupción volcánica. Nunca me acostumbré mucho eso sí, así que siempre procuré salirme de su paso.
8. ¿Cuánto faltaaaaa?
Hay que seguir caminando compañero. Siempre seguir caminando...
9. ¿Salimos en la tele?
Yo no tengo instinto de estrella televisiva, no obstante, noté que varios buscaban a los camarógrafos y periodistas, ya para recordarles el por qué del acto o bien para hacer el típico "Un saludo para...". Después de todo, somos jóvenes.
10. ¿Por qué los limones?
Entendía que había que hidratarse y de pronto comer sandía no era la manera correcta de hacerlo, así que el limón podría explicarse como una fruta más "de bolsillo" si se quiere... ¿Ah? ¿Que para que no pique? ¿Que no pique qué?
11. ¡Oops, no sabía que había niebla!
Llegando al final los gritos se ponen densos, la multitud se cabrea y como hormigas todos buscamos nuestro camino hacia casa en largas hileras. Como estoy in situ y no viéndolo desde el televisor de mi casa con música dramática de fondo, no me da miedo. Solo apuro un poco el paso y voilá, peligro evitado.
12. No hay transporte. ¡A caminar otra vez se ha dicho!
Pues claro. Si las calles cerraron para marchar de ida ahora siguen cerradas y, no queda otra, hay que marchar de vuelta. Pero todo sea por una causa noble.