La primera chica que me gustó en serio, no era una princesa de cuentos, al contrario, jugaba a la pelota conmigo y además le encantaba que fuéramos al mall a comer completos con harta palta y mayonesa. Mientras más chancha fuera la comida, más lo disfrutaba. Casi siempre se tiraba un chancho después de comer. Algunos podrían decir que eso era algo ordinario, pero la forma en que se reía después de hacerlo, de a poquito me fue cautivando. Ella era una chica media amachada, pero también muy bonita y simpática.
El contraste entre su comportamiento y el blanco de su piel llena de pecas, y unos ojos claros y hermosos, me tenían loco. Lo malo, es que había pasado tanto tiempo desde que nos conocíamos, que ya me consideraba como su hermano. Sí, la maldita friend zone se había hecho presente en mi vida. Estaba desesperado, pero su fuerte personalidad hacía que me diera miedo decirle algo sobre mis sentimientos.
Los dos entramos al liceo juntos y estábamos en el mismo curso. En segundo medio dejó de vestirse mal y también empezó a maquillarse. Que usara ropa más ajustada hacía que ya no la mirara de la misma forma. Aunque su personalidad no había cambiado, al menos ya le gustaban más los hombres. Lo duro fue enterarme que ahora le gustaba un loco del curso.
Un día íbamos caminando y traté de abrazarla, pero ella pensó que sólo era un abrazo de amigos. Luego me dijo que pasáramos a la casa a jugar Play 3 porque le quedaba poco para terminar el God of War 3.
Imagen CC Edward Liu