Creo que la mayoría de las parejas que he tenido no se parecen mucho a mí, al menos no de forma evidente. Porque obvio que coincidíamos en algunas cosas, como el gusto por compartir con los amigos, por viajar, leer o ver películas.
Sin embargo, he visto a amigos que con sus parejas tienen gustos muy distintos, lo que les genera más de un problema… Por ejemplo, amigos buenos pa’ salir, conversar y carretear tienen pololas muy piolas, quitaditas de bulla y poco sociables.
Claro que mientras estas diferencias de personalidad no generen conflictos, no hay de qué preocuparse. El cuento es cuando sí hay constantes peleas y discusiones por querer siempre hacer distintos panoramas.
Ahí es cuando una se plantea que hay cosas medias fundamentales en las que nos debemos parecer con nuestras parejas, a menos que ambos sean muy relajados y no se hagan drama y sepan conciliar sus gustos y tiempos.
Aunque nunca me ha pasado, creo que debe ser rico compartir algunos gustos con los pololos, como algún grupo de música al que puedan ir a ver juntos o algo en particular que los emocione y llene de felicidad de igual forma. Como los pololos que siguen a un equipo de fútbol juntos…
De todas formas, sigo creyendo que más importante que eso es llevarse bien, saberse complementar y ser capaces de pasarlo bien juntos, sino, ¿pa qué?
(Imagen)