En la época escolar son un sinfín de bingos los que se realizan, y no ir a alguno es casi un pecado, yo he ido a varios junto a mi familia, es como una religión hay un bingo y no dudamos en ir, es así como he ganado varios premios, algunos chicos, otros más espectaculares, entre los que destaco una bicicleta y un televisor.
Pero así como he ganado varios premios también he tenido anécdotas, la que más recuerdo es cuando tuvimos un bingo a beneficio de nuestro curso para la gira de estudios. Compré dos cartones de bingo para tener más opciones de ganar, no me había ido muy bien, hasta que llegó un juego que tenía como premio una camiseta de Universidad de Chile autografiada por todo el plantel, imaginarán que para un amante del deporte un premio de esas características era como ganarse un millón de pesos.
Cuento corto comienza el bingo, que si mal no recuerdo había que formar la letra O, yo iba bien con los números hasta que comenzaron a faltarme cada vez menos, ya cuando me faltaba un número en un cartón (en el otro me faltaban como cinco) escucho el número, hasta hoy lo recuerdo era el 65, y yo grito bingo ante las pifias de todos los demás, agarró mi cartón y parto raudo, llego y comienzan a ver mis números y al tercero el caballero me dice: “Ohhhh tenemos un error este número no ha salido” todos riendo y yo no entendía, me voy con la cabeza gacha a mi puesto sin entender que había pasado, siguen con los números y un señor gana el bingo. Al minuto me doy cuenta de mi error, había corrido con el otro cartón, no con el ganador, decidí quedarme callado para no ser el blanco de las bromas en mi grupo de amigos. Hasta el día de hoy me pongo a pensar cómo fui tan despistado.
Pero bueno una talla como esa no fue impedimento para que siguiera yendo hasta el día de hoy a Bingos donde se pasa muy bien.
Imagen CC Edwin Torres